Desde que tenía un año, tenía un perro que se llama Wesley.
Cuando era chiquita, yo le tenía miedo porque era muy alto, pero cuando fui creciendo ya no me daba miedo.
Siempre que mi mamá lo iba a soltar, mi perra Sofi le mordía las orejas porque las tenía largas (es un Setter)
Lo mejor es como jugaba con Sofi y conmigo, corríamos por todo mi patio y aunque parezca raro yo me escondía y ellos me buscaban.
En 2011 se escapó, cuando lo fuimos a buscar no lo quisieron devolver porque es un perro de raza.
Siempre jugaba con él, lo extraño, pero por suerte lo tengo en mi corazón por siempre.
Agustina, 17 de febrero de 2012
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