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lunes, 6 de junio de 2011

Con mucho amor. Los chicos de Hogar Crecer. Cutral Có, Neuquén, Argentina


Analía y sus Peques:

Si se trata de incluir a los adultos, les enviamos un texto que es una “joyita”, describe sentida y bellamente el acto de leer. Emociona a medida que se avanza en cada renglón. Todo es tan real! Y es más inclusivo aún, ya que alumnos de 7° grado han podido leerlo y disfrutarlo también.

Son palabras tan bonitas que acarician el alma y dejan una sensación de placer que uno desea volver a experimentar, o sea, volver a leer.
Lo teníamos para publicar, pero la invitación a participar en vuestro blog amerita que se lo cedamos con todo gusto! Más adelante lo subiremos.
Les hemos dedicado una entrada en nuestro sitio, si algo les agrada… es todo de ustedes!

“Un lector empedernido escribe sobre la mayor de sus pasiones.”
La extraña felicidad de leer libros.

“La imagen del hombre recogido en su sillón, leyendo quizás a Anatole France, pipa en mano, en un cuarto del piso superior de una casa inmensa, todavía nos seduce.
La imagen de otro hombre, solo más joven en apariencia, concentrado frente a una computadora de pantalla luminosa y que trabaja todos los textos posibles de todas las bibliotecas de la Tierra, también es fascinante (…)”

“Porque leer es estar vivo. Leer es descubrir, como descubrió ahora mi hijo, Oliverio, que puede pasar horas con un libro de Chase y anticiparse a señalar el ladrón. Leer es eso: fascinarse. Y es también soportar el dolor. Buscar la felicidad. Encontrarla. Escapar. Leer es crecer y enseñarse, y es de algún modo ser más y menos sabios, y más niños.

Las lecturas tienen algo de los peces voladores, que reaparecen en el mar en un lugar insospechado, y desaparecen otra vez (…)”

“Somos mutantes, no va quedando nada de nosotros, nuestra mirada es siempre otra. Los libros que hemos leído, y amado (y subrayado con trazos de diferente vigor, según las épocas), llegan a parecernos de un ser desconocido, que ya no somos más.
Leer es, en tal sentido, una madera de vivir aquello que no alcanzamos en la vida. Y todo lo que no podemos comprender en ciertas circunstancias, cuando el amor, o la pena, o las pasiones nos vuelven parciales, nos desvían (…)”

“Cuando adolescente, yo leía de una manera que busco recuperar. Como Zelig, cambiaba de personalidad, ideas y sueños con cada libro que empezaba, e iba transformándome con los personajes, y vivía luego una sensación de plenitud, realización y aprendizaje. Por supuesto, enseguida de terminado un libro empezaba a buscar con qué seguir.

Hay, también, épocas de no leer nada. Tiempos a veces prolongados en los que el leer desaparece de nuestras vidas. O por trabajo, o por imposibilidad de concentrarnos, o por deudas, que todo lo aniquilan, o por tensión. Lentamente, sin embargo, la magia recomienza. Yo he vuelto a fascinarme en estos días con un autor que leí con estremecimiento, contradictoriamente, en días de muchísima felicidad: Lovecraft.

Quizás haya tenido la necesidad de recuperar aquellos meses, hoy también lejanos, en Quequén, aquellos sueños, rotos, también perdidos allá en el sur.
Porque hubo apagones, y libros que se cayeron como edificios vetustos que nadie más quiere habitar. Autores que sentimos distantes para siempre, y que no deseamos ni podríamos reencontrar. En el leer hay algo del amor, de esa pasión secreta y misteriosa que nos lleva a amar mucho o a dejar de amar a alguien (...)”

“Pero aún más: si no alcanzara la vida para leer todos los libros que querríamos, nos quedaría al menos soñar con un paraíso o una reencarnación para lectores apasionados, capaces de leer en los colectivos porteños o en las líneas deshechas del ferrocarril, cuando no en los desvelos del insomnio.

En las situaciones más adversas, hombres y mujeres han sobrevivido (o han enfrentado la muerte con coraje) gracias a una frase impresa en una hoja de papel, o un libro oculto entre las ropas, o un poema dejado en la ranura de una puerta, como sucedía en los campos de concentración o las prisiones del horror.
Porque leer es también un acto de resistencia, y de autoafirmación. Leer es transitar y replantearse, a veces, todo. Leer es mirar el mundo desde una óptica que no sospechábamos, pero que quizás era nuestra esperanza posible, nuestro renacer, nuestra pasión revivida en el mismo momento en que creíamos todo perdido, para así empezar de vuelta, mejor que antes (…)”

Por Javier Torre
Diario “Clarín”, 10 de octubre de 1991


Con mucho amor
Los chicos de Hogar Crecer
Cutral Có, Neuquén, Argentina


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