Los niños cumplen un papel muy importante para que en el futuro podamos vivir en un mundo limpio, sano y solidario.
Son quienes el día de mañana sufrirán los daños ambientales y tomarán las decisiones que afectan a nuestra Planeta Tierra.
Debemos proteger nuestro ambiente porque lo necesitamos.
Nuestro planeta nos brinda todos los recursos naturales que necesitamos para alimentarnos, construir nuestras viviendas, tener luz, transportarnos, vestirnos, etc.
Cuidar el mundo es cuidarnos y esa es una muy buena razón.....
¿no te parece?
Ecología para niños
¿Cómo enseñarle a respetar el planeta?
Cambio climático, calentamiento global, reciclaje, desarrollo sostenible... son conceptos de una importancia vital y a los que ninguno, ni los más pequeños, podemos estar ajenos. Enseña a tu hijo a respetar la naturaleza y cuidar el mundo en que vive con un lenguaje sencillo, juegos y tu ejemplo.
Aunque la protección del medio ambiente es muy compleja, cada uno de nosotros, desde nuestro sencillo hogar, podemos hacer mucho por la protección y recuperación de nuestro planeta. Educar a los más pequeños de la casa como ciudadanos responsables y cuidadosos con el entorno que les rodea es más fácil de lo que piensas si se lo explicas todo con conceptos sencillos y predicas con el ejemplo.
Lo que él puede hacer
Una de las primeras lecciones que puedes decirle es que cada uno de nosotros puede hacer mucho en la defensa del medio ambiente.
Enséñale la conocida “regla de las tres R” –reducir, reciclar y reutilizar–:
reducir la cantidad de basura generada, de papel empleado, de agua consumida; reciclar todos los materiales que sea posible, desde el papel a las basuras pasando por juguetes; y reutilizar todos los objetos de la casa dándoles un nuevo uso.La caja de la televisión puede ser un perfecto baúl para guardar juguetes, con una camiseta vieja podemos hacer una marioneta, o una lata de refresco, con la tapa debidamente lijada, será el más original de los portalápices.
Una vez tengan claro que la vida de todo buen ecologista estará regida por la “regla de las tres R”, podéis ir enseñándole cuestiones prácticas de ahorro de materiales y energía en tres ámbitos: el entorno personal, en el cole y en las vacaciones.
Empieza por explicarles para qué sirve cada contenedor: el azul para papel y cartón, el verde para el vidrio, el amarillo para botellas y envases de plástico y latas, y el gris para residuos orgánicos.
Así podrá reciclar su basura esté donde esté. En casa, pídele que se encargue de la separación y el reciclaje de las basuras, de guardar los periódicos y papeles desechados para reciclarlos, de cambiar la bolsa del contenedor amarillo cuando ya esté llena, de vigilar el ahorro de agua –acostúmbrale a cerrar el grifo mientras se lava los dientes y ducharse en lugar de bañarse– y a apagar las luces encendidas sin necesidad.
En cuanto al colegio, su educación ecológica empieza por la forma en que os desplacéis. Acostúmbrale a ir andando o en bici si ya es mayor. Cómprale cuadernos de papel reciclado y productos ecológicos y ponte en contacto con el consejo escolar y la AMPA (Asociación de madres y padres de alumnos) para organizar mercadillos solidarios, trueques de juguetes, periódicos elaborados por ellos mismos en los que puedan expresar sus preocupaciones en esta materia...
En vacaciones, que juegue a observar la naturaleza, la contaminación, cuidar los residuos, háblale de los diferentes transportes y lo que contamina cada uno y utilizad el público.
En definitiva, intenta dotar a tu hijo de los medios necesarios para que pueda canalizar su inquietud ecológica.
Asesoramiento: Eva Saldaña, responsable de Educación Ambiental de Greenpeace.
Laura Jiménez
Enseñemos a través de videos educativos el tema de Cuidar el Medio Ambiente
El Progreso (Roberto Carlos)
Yo quisiera poder aplacar una fiera terrible.
Yo quisiera poder transformar tanta cosa imposible.
Yo quisiera decir tantas cosas que pudieran hacerme sentir bien conmigo.
Yo quisiera poder abrazar mi mayor enemigo.
Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba.
Navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares.
Y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales.
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo.
Y en las aguas de ríos los peces desapareciendo.
Yo quisiera gritar que ese tal oro negro no es más que un negro veneno.
Ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos.
Yo no puedo aceptar ciertas cosas que ya no comprendo.
El comercio de armas, de guerra, de muertes viviendo.
Yo quisiera hablar de alegría en vez de tristeza, mas no soy capaz.
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Yo quisiera poder transformar tanta cosa imposible.
Yo quisiera decir tantas cosas que pudieran hacerme sentir bien conmigo.
Yo quisiera poder abrazar mi mayor enemigo.
Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba.
Navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares.
Y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales.
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo.
Y en las aguas de ríos los peces desapareciendo.
Yo quisiera gritar que ese tal oro negro no es más que un negro veneno.
Ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos.
Yo no puedo aceptar ciertas cosas que ya no comprendo.
El comercio de armas, de guerra, de muertes viviendo.
Yo quisiera hablar de alegría en vez de tristeza, mas no soy capaz.
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
♫♪♫♪♫♪♫♪
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Y no nos olvidemos de leer, leer, leer y leer...
Los cuentos del abuelo
Siempre me han gustado los cuentos de mi abuelo. Cuando viene a cuidarme por las tardes y me empiezo a aburrir, me cuenta una historia. A veces son divertidas, otras de aventuras, y muy poquitas son de miedo, pero hoy me contó una historia triste.
Mi abuelito me dijo que hacía mucho, mucho, pero que mucho tiempo atrás, la Tierra, que es el planeta donde vivimos, tenía unos seres llamados Árboles.
- ¿Árboles? -le pregunté riéndome un poco, porque el nombre me sonó gracioso, pero él se puso muy serio y se le formaron arruguitas en la frente, como cuando la abuela cambia el canal de la tele.
- Sí, árboles. -me dijo él- Esta historia es real así que escucha con atención.
Yo, que soy muy bueno y obediente, me senté en mi silloncito rodeado de cojines y le presté mucha atención.
- Los árboles eran unos seres vivos que no hablaban. Ellos nos daban sombra para que no pasáramos calor en verano, ni nos quemara el sol, también fabricaban oxígeno para que pudiéramos respirar y vivir sanos, y sus ramas, algunos meses al año, nos daban fruta y nos la daban ¡gratis! Su color verde decoraba nuestras calles y nuestros parques.
Cuando mi abuelo llevaba un ratito contándome la historia le pregunté:
- ¿Y por qué se fueron esos seres, abuelito?
Y él me contestó:
- Pues se fueron porque nosotros hace mucho, mucho tiempo los cortábamos para hacer papel, quemábamos la casa donde vivían, que se llamaba bosque, para construir centros comerciales y edificios, y cuando quedaban ya muy poquitos y se dieron cuenta de que aunque nos hacían muchos regalos nosotros no los queríamos, decidieron desaparecer. Yo, cuando me dijo todo eso, me quedé con los ojos muy abiertos mirándole fijamente, ya que todos los regalos que decía mi abuelo que nos daban esos seres llamados árboles, ahora son muy caros y hay muy poco. Por ejemplo, el oxígeno lo fabrica una máquina que tenemos que llevar encima siempre y huele muy mal; la sombra no hace falta porque el sol hace ya algún tiempo, siempre está cubierto por unas nubes muy sucias y grises que nunca hacen llover, y la fruta solo la puedes comer una vez al año porque hay muy poca y dice papá que es muy cara. Los parques solo son de tierra y plantas pequeñas que pinchan y pican mucho si las tocas.
Así que le dije a mi abuelito Pepesito:
- ¿Volverán algún día los árboles? Y él me contestó:
- Ellos están esperando que nosotros, los seres humanos, dejemos de ser tan egoístas y nos demos cuenta de que todo lo que nos regala la naturaleza se puede agotar y debemos demostrarle que estamos agradecidos siempre que podamos, intentando no malgastar los recursos que nos quedan, como el agua, porque si se enfada con nosotros lo que nos queda hoy, también podría irse con ellos para no volver jamás.
Y a mí solo me quedó una pregunta más que hacerle a mi abuelito cuando terminó la historia tan triste que me acababa de contar:
- Abuelito, antiguamente nosotros, los seres humanos, éramos muy tontos, ¿verdad?
Y a él le dio la risa.
FIN
Alicia Izquierdo (Relatos para salvar el Planeta)
Ilustración: Liz Amini-Holmes
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