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lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad a todos! les desean los peque de la biblio...



"NOCHEBUENA"


Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.

En vísperas de navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció.

Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.


FIN


Microrrelato de Eduardo Galeano... "El libro de los abrazos"



Un cuento de

Navidad

En vísperas de Navidad impera una cálida agitación en todos los hogares del mundo. El sentimiento festivo y la alegría de reunirse con la familia traen a mi memoria una historia que me encanta relatar cada año. Es una historia real, aunque parezca increíble. Y da testimonio de que los milagros pueden ocurrir.

Hace mucho tiempo, un grupo de jóvenes decidió compartir algo de la alegría de la Navidad. Se habían enterado de la existencia de varios niños que pasarían el día de fiesta en el hospital comunitario más cercano. De manera que uno de ellos se disfrazó de Papá Noel, luego compraron varios regalos, los envolvieron y, munidos de sus guitarras y sus dulces voces, se aparecieron por sorpresa en el hospital en la Nochebuena.

Los niños festejaron alborozados la visita de Papá Noel; cuando el grupo de amigos terminó de distribuir los regalos y de cantar sus villancicos, todos los ojos estaban anegados en lágrimas. De ahí en más, los jóvenes decidieron que representarían el papel de Papá Noel cada año.

En la Nochebuena siguiente, incluyeron en su visita a las mujeres internadas en el hospital, y al tercer año la invitación se extendió a algunos niños pobres del vecindario.

En la cuarta Nochebuena, sin embargo, después de realizar la ronda ya habitual, Papá Noel revisó su saco y descubrió que le habían sobrado algunos juguetes. De modo que los amigos se reunieron para deliberar y decidir qué harían con ellos. Alguien mencionó la existencia de un mísero caserío precariamente instalado en las inmediaciones, donde vivían algunas familias terriblemente pobres.

Por lo tanto, el grupo decidió dirigirse allí, pensando que el número de familias llegaría a tres como máximo. Pero cuando treparon la cuesta de la colina, y se encontraron en medio de la desolada extensión -ya era cerca de medianoche-, el consternado grupo pudo ver a gran cantidad de personas alineadas a ambos lados de la calle.

Se trataba de niños; más de treinta niños expectantes. Detrás de ellos no se veían chozas, sino filas y filas de destartaladas instalaciones precarias. Cuando detuvieron el coche en el que iban, los niños se acercaron corriendo, chillando de júbilo. Era evidente que habían estado toda la noche esperando pacientemente la llegada de Papá Noel. Alguien -nadie pudo recordar quién-, les había dicho que él llegaría, aunque nuestro Papá Noel había decidido hacerlo sólo algunos minutos antes.

Todo el mundo quedó desconcertado, excepto el propio Papá Noel. El estaba sencillamente dominado por el pánico. Sabía que no tenía juguetes suficientes para tantos niños. Finalmente, sin querer decepcionarlos, decidió entregar los pocos juguetes que tenía a los más pequeños. Cuando se terminaran, explicaría lo ocurrido a los más grandes.

De manera que enseguida se encontró trepado sobre el capó de un vehículo, con treinta niños deslumbrantemente aseados y ataviados con sus mejores galas, alineados de menor a mayor, aguardando su turno. A medida que cada niño ansioso se aproximaba, Papá Noel revolvía dentro de su saco con el corazón cargado de temor, anhelando encontrar por lo menos un juguete más para entregar. Y, por algún milagro, encontró uno cada vez que metió la mano en el saco. Finalmente, cada niño recibió su juguete. Papá Noel miró en el interior de su saco, ahora desinflado. Estaba vacío, tan vacío como debería haber estado veinticuatro niños antes.

Lleno de alivio, soltó un jovial "¡Jo, jo!" y se despidió de los niños. Pero cuando estaba a punto de montar en el coche (aparentemente, los renos tenían el día libre), oyó que uno de los niños exclamaba:

-¡Papá Noel, Papá Noel, espera!

Detrás de los matorrales, aparecieron dos niños pequeños, un niño y una niña. Habían estado durmiendo.

El corazón de Papá Noel dio un vuelco. Esta vez estaba seguro de no tener más juguetes. El saco estaba vacío. Pero cuando los niños se acercaron sin aliento, él reunió coraje y volvió a meter la mano en el saco. Y, abracadabra, en él había más regalos.

El grupo de amigos, que actualmente ya son adultos, todavía comentan el milagro de esa mañana de Navidad. Siguen sin encontrarle explicación; sólo pueden decir que aquello realmente sucedió. ¿Que cómo sé de la historia?
Bueno; yo era el Papá Noel.




FIN


Autor: RAYNIER MAHARAJ, Toronto, Canadá




Mensaje de Papá Noel a los niños




Queridos niños del mundo,

tengo algo importante que deciros,

Y doy las gracias a las televisiones, Internet

y a todos aquellos que me han ayudado a conseguirlo.

Resulta que mi amigo Rudolf ha tenido un pequeño accidente.

El pobre se ha hecho daño en una pata.

Por eso, esta navidad necesito vuestra ayuda.

Necesito que me pidáis menos regalos.

Así el trineo pesará menos

y podremos llevarlos todos

para que ningún niño se quede sin regalo.

Seguid siendo buenos

porque no pienso olvidarme de ninguno.




¡Feliz Navidad


a todos!



Apoyar y difundir

Reglas del Perro para Navidad:

1. Tener paciencia con los dueños durante este tiempo. Ellos pueden estar más estresados que lo usual y apreciarán largas demostraciones de cariño.

2. Ellos vendrán con grandes bolsas de cosas que llamarán regalos. No asumas que todos los regalos son tuyos.

3. Sé tolerante si tus dueños te disfrazan. Ellos sienten un tipo especial de placer al vernos vestidos de esa forma.

4. Ellos traerán un árbol grande a la casa y lo cubrirán con luces y adornos. Aunque te parezca raro, éste es un ritual muy importante para tus dueños. Entonces hay algunas cosas que vos necesitarás saber:

● No orines el árbol de navidad.
● No bebas el agua del recipiente que sostiene el árbol.
● Ten cuidado con tu cola cuando estés cerca del árbol.
● Si hay paquetes abajo del árbol, aún aquellos que tengan un olor interesante o que tengan tu nombre, no los abras.
● No mastiques el cordón que corre desde el cómico agujero en la pared hasta el árbol.

5. Tus dueños ocasionalmente invitarán un montón de extraños durante esta época. Estas fiestas pueden ser de mucha diversión, pero también requieren de un poco de discreción por tu parte:

● No todos los extraños aprecian los besos y los saltos.
● No comas de la mesa.
● Rogá por tu premio sutilmente.
● Sé agradable aunque los extraños se sienten en tu sofá.
● No tomes de los vasos que hayan sido dejados fuera de tu alcance.

6. Asimismo, tus dueños pueden llevarte de visitas. Aquí también tus modales son importantes:

● Observa todas las reglas del punto 4 sobre los árboles y cúmplelas también en la casa de otras personas.
● Respeta el territorio de los animales que puedan vivir en la casa.
● Tolera a los niños.
● Enciende tu encanto por largo tiempo.
● Un hombre grande con una barba blanca y una risa muy fuerte puede aparecer de la chimenea en el medio de la noche. ¡NO LO MUERDAS!

Los gatos se adhieren







¡Feliz Navidad a todos!

les desean

los peque de la biblio...



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