Hija...
Déjame escribirte un cuento
con paisajes de palabras
con bosques de sentimientos
tapizados de nostalgias,
con sus nubes en el cielo
vestidas de pentagramas
derramando fina lluvia
en lágrimas de baladas.
Ya no eres mi pequeña
no te entiendo cuando hablas,
ni comparto ya tu vida
ni siquiera tus miradas,
emprendiste un vuelo sola
sin volver la vista atrás,
arrinconando recuerdos
que todavía perviven
guardados en un armario
patinados con tu olvido.
Hoy te suelto de mi mano
para que sigas tu sola
remando contra corriente,
y sabes que dejas en mi
tu ancla unida a mi vientre.
Publicado por Logan y Lory
Cuento de la irresponsabilidad
La bala dijo que no era su culpa: el fusil la había forzado. El fusil dijo que de ninguna manera podía ser culpa suya, pues había sido presionado por el soldado. El soldado decía estar coaccionado, ya que si no cumplía los mandatos del sargento acabaría de cabeza en un tribunal militar. El sargento debía acatar cuanto dictase el oficial, el oficial transmitía las órdenes del coronel y el coronel obedecía leal y ciegamente al general.
El general decía que él, evidentemente, no podía controlar todas y cada una de las balas que se disparaban en aquella guerra.
El muerto quiso chillar algo sobre dos hijos que pronto serían huérfanos, pero su débil voz pronto quedó silenciada por el bramido de las disculpas injustificadas.
Mientras todos discutían, una nueva bala salió silbando, pero sin disimulo alguno, de la recámara de un nuevo fusil.
Publicado por Tropiezos y trapecios
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